”No creía posible que sus aliados me fueran a entregar Checoslovaquia en
bandeja”, comentó Adolf Hitler después de que Francia y Gran Bretaña
le dieran su visto bueno, en la Conferencia de Múnich, para que ocupase
las regiones fronterizas de Checoslovaquia, los Sudetes. Antes de la cumbre
de Múnich, celebrada el 29 de septiembre de 1938, Hitler pregonó que la
anexión al Reich de las regiones checoslovacas, habitadas por los
sudetoalemanes, sería su última pretensión territorial en Europa y que
después reinaría en el continente una paz duradera.