Le pusieron el nombre de Julius César, quizá para que la suerte le
concediera los dones de su famoso homónimo romano. El renacimiento buscaba
a menudo modelos en la antigüedad. Sin embargo, el hijo natural del
emperador Rodolfo II, Julius César de Austria, no hizo honor a su nombre.
En vez de realizar grandes hazañas, se convirtió en el protagonista de una
historia horrorosa, al asesinar en la noche del 18 al 19 de febrero de
1608 en un ataque de locura a su amante.