Desde la llegada al poder en Alemania de Adolf Hitler, en 1933, cuando fue
nombrado Canciller Imperial, se hacía cada vez más evidente que la
ideología de ese país propugnaba el expansionismo y la hegemonía de los
pueblos germánicos. Esa política desembocó en los mayores
enfrentamientos bélicos en la historia humana, en los que también
Checoslovaquia se vio envuelta.