Imagínese que está comiendo en el restaurante y le apetece un vaso de
agua para acompañar la comida. No agua con gas, no un refresco, no agua
mineral de los manantiales alpinos. Pura y simple agua del grifo. Si está
en la República Checa, el camarero, en la gran mayoría de los casos le
dirá que no y le ofrecerá comprar una botella de agua mineral, por cierto
más cara que una cerveza. Hoy en A Toda Marcha hablaremos del pánico
checo al agua de grifo.